24.6.09

Bye bye high school :3


Bueno... Con un bonito folio blanco delante os escribo estas letras.

Un bonito folio en cuyo encabezado encuentro el sello de la Conselleria d'Educación de la Generalitat Valenciana, y los datos de mi centro académico. Justo debajo está todo lo necesario para localizar mi expediente. Y justo después de eso... Mis notas, oh sí.

Esas por las que llevo un año durmiendo como el culo, por las que he pasado horas infinitas con una taza de café en la mesa y un montón de bolis y rotuladores varios esparcidos por la cama, bajo y sobre los libros, libretas y apuntes diversos que emplea una para estudiar.

Esas por las que muchas veces he pensado: Amelia, perderás la salud si sigues así dos días más.

Esas por las que estuve 3 semanas sufriendo continuamente, con una angustia que pocas veces había anidado en mi pecho
.

Esas por las que he sudado, llorado, reído, saltado, gritado... Sí, esas son. De hecho, son estas:

Filosofía
10

Historia
10

Griego
10

Inglés
10

Ed. Física
10

Lengua
10

Valenciano
10

Informática
9

Latín
7

Ciencias para el Mundo Contemporaneo
7


Así que ahora... Ahora voy a reir, voy a sudar, voy a saltar, a gritar y a llorar, pero no será por las notas, no. ¡¡¡Será por los dos meses que me quedaaaaaan!!!



Bueno, y a modo de post-despedida... No puedo olvidarme de todos los que me han acompañado este año por este largo y duro camino. Mis profesores y mis compañeros.

Todos ellos, que han estado ahí para las buenas y para las malas.

Todos ellos, que han llorado y peleado por lo mismo que yo.


Todos los que han aguantado mis rebotes, o que han tenido rebotes que hemos aguantado juntos.

Todos aquellos que me han ayudado, o a los que he ayudado.

Todos ellos, que han hecho que sea un año de risas y buen ambiente en clase.

Todos esos que han llegado somnolientos a un examen a primera hora con una sonrisilla nerviosa en la cara.

Todas esas personas que se han alegrado porque sus compañeros hayan aprobado, en lugar de tirarse al cuello unos a otros como pasa en otras clases.

Todos los que, sin duda, ya tienen un amplio salón dentro de mi corazón, y que estarán ahí siempre.

Son ellos los que han hecho de éste un curso memorable, y no el que este sea el primer año del bachillerato. Han sido unos cuantos meses duros, en los que los nervios estaban a flor de piel, en los que los cabreos afloraban rápidamente, pero hubo quien tiró del carro en el momento adecuado, y quien nos sermoneó para que espabilásemos y no nos llevásemos sustos al final.

Ellos, los profes, han estado ahí para lo que hemos querido y para más, y aunque nos hayamos cabreado con ellos (porque lo hemos hecho a veces), siempre terminábamos tan bien como antes del cabreo.

Por todos vosotros, éste ha sido uno de los mejores años de mi vida.

Marta, Paco, Gonzalo, Alex, Juanjo, Víctor, Sukie, Juanmi, Yorko, Adelia, Jose, Rubén, Rocío, Héctor, Efrén, Ruth, Jose Antonio, Jorge, Pepe.
África, Pedro, Empar, Nacho, Miriam, Alejandro, Margarita, Adolfo, Begoña, Agustín.


Gracias a todos por este gran año. Ahora toca descansar y disfrutar, y currárselo un poco en septiembre también, ¿eh?
¡Feliz verano para todos!

Forgiven Princess


A ver si me siento un rato en la silla, y escribo algo decente y lo cuelgo.

17.6.09

Majá Festival


Hola! Desde la asociación juvenil "Dolores Joven" estamos organizando un festival de rock y punk llamado "Majá Festival" para los próximos 10 y 11 de julio. La entrada son 3 euros por los dos días, y con derecho a una caña.

Disponéis de zona de acampada, también.

Actuarán grupos relativamente conocidos por la zona:

AL RESÉ

LINEA 36

EL KAMIÓN DE LA BASURA

THE ARCADAS

URO

DESPIDO IMPROCEDENTE

MISERIA

TREZZE

LA CALLE ROCK

NERVIA

En el Polideportivo Municipal de Dolores (Alicante). Por si alguien quiere ir, ir no sabe donde está, San Google os ayuda.
Por la mañana habrá timbalada y también una barra de comidas. Más info sobre el festival y los grupos en...



Corred la voz, porfa, que nos hace falta que ésto chute... como agua de mayo.


Forgiven Princess

15.6.09

¡Acabo de darme cuenta!

Mañana, al salir del instituto, un hombre vestido con vaqueros rotos y camiseta negra, pelo largo, barbita de 3 días, pulseras de cuero y botas con puntera de acero bajará de su Ducati Monster 696 roja, y quitándose el casco, me dará un paquete.

Yo lo cogeré intrigada, y entonces él me dirá:
- Cuídala con mucho mimo, sólo es tuya hasta septiembre.

Asentirá con mirada grave, volverá a su grandiosa moto, y pondrá tierra entre ambos. Iré todo el camino de vuelta dudando del contenido, temiendo que caiga al suelo, que se arañe... Y, al llegar a casa, iré a mi habitación a abrirlo, y veré...



Forgiven Princess

11.6.09

Nancys Rubias - Di que sí



Me ha costado tanto verlo,
Y es vivir para creerlo,
Pero ya me he decidido, y te lo voy a pedir.
He pensado en cómo hacerlo,
Y no quiero retrasarlo,
El momento indicado, ha llegado,
Tu estas aquí.

Y no me vengas con un, hay yo no sé,
Y contéstame, a lo que quiero saber.

Di que yes, di que da, que me quieres.
Di que Oui, di que Ja no lo niegues.
Necesito poder decir que esta vez,
Será que sí.
Di que Bien di que Guay,
Que te atreves.
Di que Ok, di que Da, me lo debes.
Y no quiero ni pensar en otro, no,
Y no voy a conformarme, así que
Di que sí (x4)

Y te pido que te aclares,
Y te ruego que me hables,
Y pronuncies las palabras
Que de ti, necesito oír.
Y no me salgas, con un hay yo que sé
Y respóndeme a lo que te pregunte

Di que yes, di que da, que me quieres.
Di que Oui, di que Ja no lo niegues.
Necesito poder decir que esta vez,
Será que sí.
Di que Bien di que Guay,
Que te atreves.
Di que Ok, di que Da, me lo debes.
Y no quiero ni pensar en otro, no,
Y no voy a conformarme, así que
Di que sí


Y no me vengas con un
Hay yo no sé,
Y contéstame, a lo que quiero saber

Di que yes, di que da, que me quieres.
Di que Oui, di que Ja no lo niegues.
Necesito poder decir que esta vez,
Será que sí.
Di que Bien di que Guay,
Que te atreves.
Di que Ok, di que Da, me lo debes.
Y no quiero ni pensar en otro, no,
Y no voy a conformarme, así que
Di que sí

Di que sí


Forgiven Princess

P.D: Hasta el martes, os juro que el martes recobro mi vida xD
Si total... sólo quedan griego, historia, latín, ciencias para el mundo contemporáneo, un trabajo de
informática, otro de filosofía y un porrón de ejercicios, además de la Prova del Grau Mitjà de Valencià...

Si sobrevivo, nos vemos por aquí, chic@s.

9.6.09

Ma Chérie III (Final) [mano a mano con Clara]

Clara levantó tímidamente la mirada. Se quedó contemplándola de arriba abajo, sin saber muy bién cómo reaccionar. Suavemente alegó...

-¿Pero... qué dices? ¿qué quieres decir con todo eso? No quiero que intentes consolarme así... No me mientas.

-Dices que nadie te ha querido de verdad... y yo no estaría tan segura, monchérie.. Porque sé lo que vales. Te conozco desde hace años y, cada vez que estás con un tío, no pareces tú. Sin embargo, cada vez que estás soltera, es como si brillaras con luz propia. Eres fantástica, y lo sé. Lo que no sé es por qué lo dudas tú.

Amélie miró fijamente la boca temblorosa de Clara y, de pronto, la joven se lanzó hacia su boca. Fue un beso rápido, violento, y durante el cual las lágrimas volvieron a brotar.

Tras esa inesperada acción se separaron guardando una distancia mínima. Amélie se quedó mirándola y rió. Fue breve pero intenso, eso bastó. Era ahora la francesa quién no comprendía nada. Y más aún cuando Clara se disculpó por lo ocurrido.

-Lo siento… No pretendía…
-Chérie, ¿perdón por qué? ... La pregunta es; ¿podrás perdonarme tú a mi?
-¿Qué? –Interrumpió Clara.

Amélie levantó a Clara del sofá, y se levantó también. Una vez ambas estaban de pie la besó apasionadamente. Fue un beso húmedo, lento en ocasiones, muy rápido en otras, largo y acalorado. La francesa se detuvo y le preguntó a la joven rubia;
-¿Entiendes ahora por qué?

Clara respondió a la pregunta sellando los labios de la seductora morena con un beso. La francesa cogió de la mano a su amante mientras la miraba. Pese al leve intercambio de miradas Clara no parecía querer añadir nada. Se limitó a coger el brazo de su amiga y seguirle el juego. Amélie se sentó en una silla junto al balcón, donde la brisa refrescaba sus ardorosas pieles. Clara entendió a su compañera, y se sentó sobre ella, de modo que quedaban enfrentadas una a la otra.


Y una vez en aquella silla, ya nada importaba. Qué más daba todo, si sus bocas seguían atrayéndose como imanes. Poco a poco el calor aumentaba, y con el aumento de la temperatura, disminuía su ropa. Amélie conservaba la compostura, pero los jadeos y gemidos de ambas chicas escapaban sin ningún impedimento. La francesa, haciendo alarde de los saberes sexuales supuestos a su pueblo, dio el primer paso, mordiendo suavemente el cuello de Clara, que suspiró y clavó sus uñas levemente en la espalda de Amélie.

Clara se levantó entre besos, suspiros y suaves arañazos, arrastrando consigo a Amélie. Tenía claro el objetivo final, pero antes quería jugar un poco. Llevó a Amélie hasta la cocina. Allí, la sensual joven francesa subió a su compañera a la encimera.

Ahora, una vez sobre la mesa, Amélie cogió un bote de chocolate líquido, y firmó la tripa de su amiga son sus nombres. Clara se rió de la broma, pero paró rápidamente cuando el chocolate comenzó a desaparecer por culpa de la lengua francesa que recorría su abdomen.
Clara pensó que la francesa detendría con el fin del chocolate, pero la lengua de la joven seguía recorriendo su cuerpo, como si estuviese estudiando un terreno para hacer un mapa, con relieves y totalmente detallado.

Clara intentaba levantarse y tomar las riendas, pero la francesa tenía claro qué quería lograr, cuándo, dónde y cómo. Allí y en aquel momento. Penetrando cada recóndito escondite, cada diminuto lugar, con su lengua, y recorriendo con ella cada centímetro del cuerpo de aquella preciosa rubia española que tantos años la traía de cabeza.

Miles de noches vacías, de amores grises sin pasión, por ella. Tantas caras que cambiaban en mitad del cortejo por su culpa. Tantas y tantas mujeres maravillosas que soñaron con un futuro a su lado, y que se perdieron en el ayer, por ella. Oh no, ahora las pagaría, todas y cada una de las noches en las que soñó y con ella y no estuvo.

No había vuelta atrás. La francesa, su amada y el calor evocado de sus respectivos cuerpos. Nada podía pararla, esa noche no. Quería ver su cara, cada gesto desprendido, cada estremecimiento, cada jadeo...

Buscaba la manera más sencilla de llegar a ella, pero no era aquella su intención. Más bien, quería fundirse con la española en una única persona, y buscó la forma de hacerlo.

Amélie ayudó a su amiga a incorporarse, y su sonrisilla torcida le decía que buscaban lo mismo. Querían jugar, y tras aquella primera erupción, se disponían a desatar toda la fuerza del volcán de su pasión.

Una arrastró a la otra y con ellas arrastraron todo el calor y deseos que llevaban consigo. Aterrizaron en el baño con el fin de lidiar con el agua fría contra el calor que las acosaba durante toda la noche.



Ahora Clara era quién buscaba la piel de la joven francesa, quería tantearla, experimentando cosas nuevas…

Sin ser muy conscientes de cómo, entraron dentro de la blanca bañera de Amélie.
Clara no dudó en tomar de nuevo el mando y olvidando quién era trató de perderse entre sus labios, descendiendo tal como el agua del río lleva al mar, sin detenerse.

Ella disfrutaba al ver los escalofríos, las oleadas de placer que sacudían a su experta compañera con apenas mover un dedo y dejarse llevar por su, ya húmeda, lengua. Antes de incorporarse encendió el grifo tratando de empaparla de arriba abajo… Y lo logró.

Cada gota que resbalaba por el cuerpo de Clara parecía evaporarse dentro de la mente de Amélie. La joven experta, calada hasta los huesos, prosiguió con algún que otro mordisco suave en su cuello, y así se apoderó poco a poco de la situación, para terminar empotrándola contra el espejo sin dejarla escapar, anticipándose a cualquier intento de fuga de su recién iniciada compañera.

Las reglas de juego no habían sido respetadas, puesto que nunca fueron aclaradas. Nadie había dicho cuál era el límite a respetar. Nada importaba. Amélie, sacudiendo su cabeza y su perversa mente, invadió el terreno contrario de tal manera que el rostro de su escultural amante cambiaba por momentos. Tras cada suspiro las sacudidas aumentaban, provocando que retomara el juego con más ganas, y al tiempo que el cuerpo de Clara parecía resistirse, aumentaban sus ganas de batir dichas resistencia y con ellas, la intensidad de sus artimañas para lograrlo.

En su rostro estaba grabado el fuego interior que ya no sólo calentaba su piel, ahora quemaba, abrasando cualquier miedo o duda, para dar paso a cada una de las metas deseadas. Clara arrastró con dificultad a su húmeda acompañante hasta la cama, llenando parte del piso de agua.


La habitación estaba llena de trastos que ellas mismas habían dejado horas antes al arreglarse, pero poco pareció importarles. Abrieron la ventana y apagaron las luces, dejando que el resplandor mortecino de la luna reinase en aquella agonizante y mágica.

Sus cuerpos danzaban en la oscuridad mientras las horas iban transcurriendo, durante las cuales el intercambio de sensaciones era unas veces agitado, otras más pausado, pero continuo, sin dejar regresar los problemas diarios que las agobiaban, y permitiéndoles conventirse en una sola.

Cada caricia, cada beso, cada mirada era un mundo paralelo en el que se detenía el tiempo, grabándose a fuego en sus mentes, haciendo eterna aquella noche para sus recuerdos.

Progresivamente, y coincidiendo con el aumento de los latigazos de calor y los movimientos bruscos que reinaba en el lugar, comenzaron a escucharse jadeos, a los que se unían en actuación especial los gemidos y suspiros de las jóvenes amantes.

Amélie se propuso terminar lo que hacía unas horas había comenzado, y se preparo para hacerlo con sus mejores jugadas… El cuerpo de Clara empezaba a estremecerse con las nuevas técnicas que empleaba la francesa, su cuerpo tenía un límite antes de inundarse de placer, y Amélie se aproximaba peligrosamente a él…

Cuando la joven española intentaba buscar en la pared un recodo de calma, su amante no dejaba de mirarla con un ardor que poco a poco quebraba las barreras de su éxtasis.

En aquel momento sólo existían ellas dos, una dentro y fuera de la otra, fundiéndose entre escalofríos y espasmos, en su mera actitud... Hacía rato que ninguna de las dos escuchaba el tic-Tac del reloj, ni los paseos por el pasillo del gato, ni el cantar de los pájaros afuera. Se escuchaban la una a la otra, y no había nada más, lo que creaba una atmósfera envolvente entre sus cuerpos, sus miradas, su cama…

Clara creyó ver el cielo mientras su temblorosos cuerpo se agitaba una y otra vez, aguantando las embestidas apasionadas de su amante, que buscaba sin descanso la explosión del íntimo volcán de su amiga. Así transcurrió el tiempo, inhibiendo la aparición de cualquier cosa perteneciente al exterior que seguía siendo un mundo paralelo al suyo; quizás más ajetreado, quizás más repleto, mucho más frío.

En ese mundo paralelo a su burbuja de placer, comenzaba un nuevo día.
Un perezoso sol comenzaba a dibujar los contornos de la dormida ciudad, que poco a poco iba despertando con los rayos de suave luz. Pero, dentro de la casa de Amélie, otras cosas despertaban junto a la tenue luz solar.

La cabeza de la francesa había recorrido por enésima vez el torso de Clara. Ella gemía y suspiraba con los giros y lametones de la lengua de su sensual amante.

Sin embargo, un profundo jadeo hizo que Amélie sonriese para sus adentros. Había cruzado una frontera que no había pasado en toda la noche. El truco final, el prestigio. Ahora su cabeza quedaba poco más abajo que la cintura de su amiga. Las manos se entretenían en su abdomen y sus costados. Su boca besaba, mordisqueaba y lamía el interior de sus muslos.

Las manos de Clara buscaron las de la francesa, y las apretaron acompañando a un profundo suspiro. Era el momento de dar el paso final. La cara de la joven desapareció entre las blancas carnes de las piernas de la joven española, cuyas manos ahora aferraban la sábana. Entre gemidos ahogados y espasmos incontrolables, la muchacha rubia se mordía los labios.

Amélie sabía qué hacía, sin duda. Había planeado aquél momento minuciosamente, paso por paso. Nada quedaba al azar. Su lengua, sus labios y sus manos estaban en la posición correcta en el momento idóneo. En su idioma, tan sólo una palabra bastaba para definir su actuación: Perfecto.

Cuando el sol comenzaba a penetrar por la ventana, y Amélie estaba más concentrada en su minuciosa misión, unos profundos jadeos irregulares comenzaron a salir desde dentro de Clara. Contenía la respiración, y soltaba el aire rápidamente, para cogerlo rápidamente de nuevo y contenerlo de nuevo. Sus nudillos estaban blancos por la presión que sus manos ejercían sobre la sábana.

Amélie bromeó con separar la cabeza de la pelvis de su amante, pero la mano de ésta lo impidió en cuestión de un segundo, agarrando su pelo suavemente.

La espalda de Clara se comenzó a curvar, poco a poco, mientras los jadeos aumentaban en frecuencia, alternándose con agudos gemidos. Su rostro, ya sonrojado, se tornó de un rojo brillante e intenso.

Cuando el torso de la joven formaba un amplio arco sobre la cama y de su interior brotaban sonidos que harían sonrojarse a la señora más recatada, Amélie aumentó la velocidad y la intensidad de su acción. La muchacha española se arqueó aún más mientras de su boca escapó un profundo gemido, seguido de jadeos, suspiros y más gemidos. Cayó derrotada en la cama, sonriente, brillante.

La francesa se recostó en el pecho de Clara, y poco después quedaron dormidas en aquella posición.

Al despertarse, volvieron a darse una ducha, esta vez sí para lavarse. Cuando Clara salió del cuarto de baño, se colocó un albornoz de su amiga, y se dirigió a la cocina. Allí, Amélie había preparado zumo de naranja, humeante café, y dos platos con tostadas y fruta. Saludó a Clara guiñándole un ojo, y le dio un rápido beso mientras le apartaba la silla para que se sentase. Clara cogió dos cerezas con la boca, se acercó a la francesa y la besó, dejando una de las cerezas dentro de la boca de Amélie.



Forgiven Princess

P.D. Todo un placer redactar con alguien tan imaginativo y directo como tú, súper Clara. Menudas horas de risas y disparates hemos pasado... Escribiremos, escribiremos. Seguro que escribiremos juntas de nuevo. Grandiosa experiencia. Sólo espero que, si escribo con otra persona, el placer sea siquiera la mitad que el de escribir contigo. Gracias por hacer nacer esta historia, chérie.

7.6.09

Ma Chérie II [mano a mano con Clara]


Al llegar a casa, y para acompañar su subida, el alcohol no dejaba de subir. Sumió sus cuerpos en un mar de sudor, y sus mentes quedaron sumidas en un mar de irrealidad; en aquél donde no existe la vergüenza, donde reina la locura, donde la pasión es la ejecutora, en el que no importa el mañana, solamente el ahora.


Llegaron entre risas y traspiés hasta la puerta de la casa de Amélie, la número 4. Varios intentos fallidos de hacer penetrar la llave en la cerradura hicieron que, mientras la morena intentaba abrir la puerta, Clara estuviese vagando en el maravilloso mundo de los tiempos pasados, aquellos en los que era feliz, entre el último desgraciado con el que estuvo y Gerard. En aquella realidad alternativa, su boca sentía tatuada una sonrisa, y sus ojos brillaban parte por la felicidad, parte por el alcohol. Estaba recostada en la pared, junto a la puerta, y la tenue luz de las farolas de la calle arrojaban una marea de luces y sombras sobre el escultural cuerpo de la muchacha. Vuelve a ser Clara, mi Clara, pensó Amélie.


Por cada sonrisa que dibujaban los labios de su amiga, la apuesta francesa parecía tener menos claros los límites, ya bastante difuminados por culpa del tabaco y el alcohol, y el calor que traía la mezcla de la joven con las drogas se acentuaba con cada carcajada, derritiéndola, y haciéndola sentir más culpable por las cosas que pasaban por su mente.


Consiguió acertar por fin en el ojo de la cerradura, y tras casi caer de boca contra el suelo, entraron en el piso. Una ola de calor creciente cogió desprevenidas a las jóvenes, mientras perdían los tacones por la casa. Al terminar de hacerlo se levantaron, y parecía que, sin hablar, ambas se habían dado cuenta de lo silenciosa que estaba la casa, silencio sólo roto por su agitada respiración y por el tic tac de los relojes que tenía por casa. El gato pasó entre las dos, acariciándolas con su suave pelaje, mientras ellas se habían quedado mirándose en silencio. Aquel pequeño felino desató las risas de las jóvenes por enésima vez aquella noche.


Sabían que el alcohol estaba presente, y que el que aún mantuviesen la verticalidad era más azar que otra cosa. Amélie, como anfitriona, condujo de nuevo a su amiga al sofá, como aquella tarde. Sin embargo, ya no eran lágrimas, si no pequeñas perlas de sudor y una gran sonrisa lo que adornaba la cara de Clara. Fue a por un vaso de agua bien fría para cada una, mientras la joven española se recostaba en el sofá.


Ahora ya no estaban en el terreno del consuelo, el campo de juego era algo nuevo, tenía otros tintes, y para la francesa aquellos tintes eran francamente tentadores. No podía volver al salón, no mientras no se calmase un poco. Se bebió el agua, y notó una fría brisa por la espalda. Fue a cerrar la ventana, pero se quedó allí un instante, pensativa y absorta. El último sorbo de agua la sacó del ensimismamiento, y le recordó con quién estaba, cómo... Y decidió que aquella noche no podía terminar así, con unas risas y una enorme resaca pendiente. Cuando volvió de la cocina, la francesa encendió un cigarro, y se tumbó como Clara había hecho horas antes en su regazo.


Las cosas ya estaban un poco complicadas, ¿qué más daba complicarlas un poco más? Acosadas por los calores que la presencia del alcohol y, para Amélie, de Clara suponían, el mejor juego al que podrían jugar sería a uno francamente peligroso para su amistad.


La francesa tomó el vaso de agua y bebió un largo trago, buscando refrescarse. Los brillantes ojos claros de su amiga la estaban matando poco a poco. Era tarde, estaban borrachas, Clara y era preciosa y estaba allí, junto a ella, vulnerable... Indefensa.


Aquella tarde le había prometido que la ayudaría en todo lo posible... ¿Hasta dónde podría controlarlo? El silencio reinaba, y tan solo se veía interrumpido de vez en cuando por alguna memorable anécdota de la noche, que gracias a los balbuceos de ebriedad perdía el sentido a mitad de la historia y terminaba en carcajada.


La joven francesa buscaba la mirada de su amiga para profundizar en ella y en la alegría y la paz que desprendía, buscando una respuesta que ansiaba encontrar y cuya pregunta jamás había formulado. Viendo su sonrisa, su rostro de porcelana, sus cabellos dorados... No alcanzaba a comprender a Gerard, ni tan siquiera mínimamente, ¿por qué le hacía aquellas cosas a alguien tan... angelical, divino, puro?



Y en aquel silencio, cada cigarro moría para dar comienzo al siguiente, y el brazo de la muchacha reposaba en el pecho de Amélie, que lo acariciaba suavemente. También aquel contacto empeoraba la situación. La piel de Clara quemaba la suya, y su corazón se agitaba. Esperaba que la muchacha no se diese cuenta de la inminente taquicardia que se gestaba en su pecho.


Cada minuto aumentaba la atracción que la francesa sentía por su escultural amiga. No podía negar que estaba enamorada de ella, y la pasión comenzaba a golpear demasiado fuerte contra sus barreras mentales. Repetidamente las palabras, las preguntas, se agolpaban en su boca, pero morían en sus labios, que solamente dejaban pasar suspiros. ¿No podía prescindir de la pregunta? Aún no entendía por qué todo tenía que ser tan complicado.


Y en aquel momento, en el que las dudas la agobiaban, en el que la pasión la ofuscaba, en el que los sentimientos inundaban su mente, y en el que cada roce, cada mirada, cada olor significaban algo, Clara lo rompió todo. Y con ella, rompió su llanto. La joven rubia comenzó a llorar silenciosamente. Amélie salió de su ensimismamiento, y se incorporó. La miró, preocupada, y una vez más, sintió que las palabras no harían nada en aquella situación. Aún así, preguntó:


-¿Qu'est-que-c'est, Clara? ¿Es por Gerard?

-Es por todo... No soy suficientemente buena para nadie, Ame, siempre me la juegan, siempre me destrozan... ¿Tan fea soy? ¿Tan poco valgo? Nadie me quiere realmente... Y Gerard es el que más me hizo darme cuenta de eso... Mira cielo, está claro que no estoy hecha para el amor. Ningún hombre me podría valorar, no significo nada...


Y volvió a llorar en silencio. Amélie la atrajo hacia su cuerpo, la abrazó desde detrás, y la acariciaba suavemente, besando su cabello, estrechando la espalda de Clara contra su pecho.


-¿Qué dices? ¿Que no vales? Él es el que no vale nada. Él es el que no está hecho para amar, por no poder respetar y ser fiel. Él es el que merece estar llorando ahora, y no tú. Oh, cielos, si tan sólo con decir que no mereces nada, mereces más que todos esos capullos que estuvieron contigo y te perdieron. Eres preciosa, inteligente, cauta y justa. Eres mil veces mejor que todos ellos juntos.


Clara se giró, y la francesa hizo que recostara la cabeza sobre su pecho, mientras le acariciaba el pelo, y le secaba las lágrimas con los dedos. Cuando la española dejó de llorar, se incorporó, y quedó de rodillas, frente a Amélie. Aquella mirada penetrante, profunda, malherida y necesitada de cariño, era todo lo que la joven necesitaba como respuesta a su pregunta non-nata.


Forgiven Princess

5.6.09

Ma Chérie [en colaboración con Clara]



Una imperceptible brisa agitaba las cortinas azules del balcón. Junto a él, sentada en su viejo sillón de cuero negro, Amélie leía de nuevo Le petit prince, redescubriendo la tierna historia página a página solamente acompañada de una taza de café caliente.


Pero, de pronto, la paz silenciosa que reinaba en el piso se vio quebrada por el impaciente teléfono. La joven descolgó suavemente, pero pronto se tensó, al escuchar la angustiada voz de Clara al otro lado.


- Hola, cielo, ¿estás en casa?

- Sí, sí estoy. ¿Qué pasa, chérie?

- Necesito hablar contigo de algo, no aguanto más.

- ¿Quieres que vaya para allá?

- No, mejor voy yo allí. Es un capullo, ha vuelto a hacerlo... Y está en casa. No quiero verle. Necesito salir de aquí.


En el poco tiempo que tardó en guardar su combinación de relajación favorita y adecentar la casa, Clara llegó a casa. El timbre gritó insistentemente, hasta que Amélie abrió la puerta. Allí estaba su amiga, alterada y con las lágrimas bañándole los ojos, caminando por sus mejillas y muriendo en su pecho. Se quedó un tanto aturdida por la desesperanzadora imagen, y la hizo pasar.


Se dio cuenta de que las palabras no servían para nada, no de momento. Ya había escuchado demasiadas palabras, demasiadas excusas, demasiadas frases cuya verdad moría al tiempo que terminaban.


Decidió que no rompería el silencio hasta que Clara no estuviese algo más relajada, y temiendo que su amiga se quebrase en su fragilidad momentánea, la abrazó con la puerta aún abierta. La joven francesa sintió como parte de la desesperación de su amiga goteaba sobre sus hombros descubiertos.


Aguardó unos segundos así, y cuando sintió que el flujo de lágrimas ardientes descendía, condujo a su amiga al sofá. Allí se sentó la rubia joven, mientras Amélie iba a buscarle un poco de agua fresca.


Tras unos sorbos al cristalino líquido y unas caricias relajantes de su amiga, Clara le contó entre sollozos qué había pasado con aquel bastardo conquistador. Gerard estaba en su casa, en su habitación, en su cama, en pleno acto sexual junto a una chica del barrio a la que Clara conocía, cuando ella entró en casa y fue a ponerse cómoda.


Estaba devastada, como si un tornado hubiese pasado por su corazón después de que una gran bomba nuclear acabase con él. Aunque Amélie sabía que no era así, Clara pensaba que no valía nada, que no merecía más que lo que recibía; y es que, de una manera u otra, todos los chicos con los que había estado la habían jodido.


Después de sacarlo todo de dentro, Clara se quedó en silencio, pensativa, distante, apagada. Amélie estaba confusa, ya había pasado por aquello tantas veces... Y siempre había estado ahí para apoyarla. Pero nunca fue tan duro como esta última vez. Ahora, Clara parecía haber perdido aquella gracia, aquella sonrisa, la luz que adornaba su rostro.


Así pues, aunque sabía que aquella vez era peor que las anteriores, y que cien clavos ardiendo atravesaban el corazón de la dulce joven rubia, Amélie le dijo aquello que tantas veces antes dijo: Ese tío es un cabrón, como todos, y no te merece.


Trató de calmarla frotando sus hombros y acariciando su cabello. Clara se recostó en el sofá, apoyando la cabeza en el regazo de su amiga y cerrando los ojos.


Tras un tiempo en silencio, acariciando su cabello y su rostro, la francesa le dijo a su amiga:

- ¿Y si te quedas unos días aquí? Así no tendrás que enfrentarte a él... Ni a ella.- Dijo en un susurro Amélie.

- ¿Harías eso por mí, de verdad?

- Por supuesto... Puedes quedarte siempre, ma petite copine. Para ti siempre estaré aquí, me ofende que lo dudes. Mi casa es la tuya, ya lo sabes, o deberías saberlo.



Clara abrió los ojos entusiasmada, y aquella sonrisa perdida regresó a su rostro momentáneamente. Estaba preciosa cuando sonreía... Amélie decidió que aquella belleza no podía afearse por culpa de un estúpido insensible. Le dijo a su amiga que podrían criticarlo al día siguiente, pero que la herida aún estaba demasiado abierta, y sin duda, aquella herida necesitaba alcohol y buena música para curar.


Así, convenció a Clara para que se diese una ducha, se arreglase el pelo, se pintase y se enfundase uno de tantos vaqueros y una de tantas camisetas llamativas que tenía la francesa en casa y, tras arreglarse ella misma, cogieron el bolso, las llaves de casa, y bajaron dirección al Golf negro de Amélie.


El coche hizo un tour por los locales rockeros más selectos de la ciudad. Un local llevó a otro por recomendación, y el alcohol comenzaba a tomar parte de las decisiones de las jóvenes, que ahora caminaban de tanto en tanto apoyándose una sobre la otra, con menor elegancia, pero con mayor alegría que al comienzo de la noche.


Las copas empezaban a contarse con los dedos de otro, porque los suyos ya no bastaban para la tarea, y Amélie se alegraba en su ebriedad de que la actividad tanto tiempo suprimida de su amiga volviese a su cuerpo, y que la soltura y el movimiento desplazasen el apagamiento y la depresión, aunque fuese cosa momentánea y a costa de la resaca del día siguiente.


Cuando ya no era noche tardía, sino mañana tempranera, la joven morena dijo a Clara que deberían volver antes de que algún policía madrugador se acercase por la zona en la que estaban y no las dejase llegar a casa.


A trancas y barrancas, con risas y tropezones, llegaron a duras penas al coche, y en él llegaron a casa, mientras cantaban a voz en grito la letra distorsionada de alguna canción de Mägo de Oz.


Continuará...


Forgiven Princess


P.D. Este relato no es como todos los anteriores, que son sólo míos (en el sentido de escritos por mí). Este es en colaboración con Clara. Y no, no es mi novia, Iago xD

1.6.09

(...)


Suspiros, caricias, besos, gemidos, murmullos, arañazos... ¿Otro mes más? Entonces esperaré que vengas...
Kiss me.
Kill me.
Fuck me.
Save me.
Love me.
Need me.
Hate me.
Rape me.
Wish me.
Beat me.
Tell me.
Burn me.
Bite me.
Draw me.
Find me.
Give me.
Hold me.
Hear me.
Keep me.
Know me.
Read me.
Rend me.
Seek me.
Take me.
Wake me
Bind me.
Bend me.
Blow me.
Cast me.
Deal me.
Flee me.
Hang me.
Hide me.
Lean me.
Lend me.
Quit me.
Shed me.
Show me.
Shut me.
Sink me.
Slay me.
Slit me.
Spin me.
Spit me.
Tear me.
Weep me.
Wind me.
Feel me.
Lead me.
Rise me.
Shoot me.


Forgiven Princess

P.D. Esta es otra de esas entradas super raras que solo entiendo yo xD