19.11.08

Aquél lugar - II


Frente a nosotros se abría un pequeño claro de hierba, cercado casi en su totalidad por grandes árboles centenarios. Tan solo el cauce del riachuelo y el lugar en el que nosotros nos encontrábamos permanecían sin los arbóreos porteadores. Tras aquellos enormes árboles, se veían los contornos irregulares y afilados de la piedra, que de forma natural había formado una muralla que protegía al claro de los fenómenos naturales más intempestivos.

Aquella era una llevadera tarde de otoño, lo recuerdo. Las hierbas y hojas caídas revoloteaban vivaces con las pequeñas corrientes que penetraban en el prado, y el muchacho que me acompañaba las observaba absorto, como si de magia o brujería se tratase.

Una alfombra natural, de una gama que bailaba entre el amarillo y el marrón, acolchaba los pocos pasos que Carlos daba para observar mejor el lugar. El follaje que la formaba daba un toque acogedor al lugar, todavía más.

-En verano suele ser mucho más verde y alegre, pero el matiz melancólico de un atardecer de otoño... Este lugar, en otoño, es el paraíso. Un paraíso desierto, virgen, inexplorado, y sin embargo acogedor, cálido, receptivo.
-... Es... Increíble...

Carlos apenas conseguía formar las oraciones más simples, no sin gran esfuerzo. Realmente estaba más sorprendido de lo que esperaba... Tal vez fuese porque Carlos siempre vivió lejos, muy lejos del campo, y todo el verde que conocía era el que provenía de los distintos parques de su ciudad y de algún que otro viaje.

El riachuelo que rompía el pesado silencio con sus aguas cantarinas, otorgaba una alegría insospechada para la imagen de otoño que Carlos tenía de un bosque: árboles sin hojas, ambiente enrarecido... El tétrico panorama de una película de terror de serie B.

El cauce del agua, cristalina como la superficie de un diamante, refulgía anaranjada como el fuego, proporcionando mil brillos etéreos y fugaces al reflejar la luz del sol del atardecer colándose entre las copas de los árboles.

Aún incrédulo de lo que ante sus ojos se abría, Carlos preguntó como pudo:
-¿Qué es todo esto? ¿Qué es este lugar?
-¿Esto? Un prado. A simple vista, un prado. Pero si es mirado con atención, es mucho, mucho más.
-¿Ah, sí? ¿Cómo he de mirar?
-Ya te lo he dicho, con atención... Buscando relación entre el prado y la persona que te lo descubrió - mientras pronunciaba estas palabras, noté como la sangre se agolpaba en mis mejillas, y ello me hizo bajar la mirada.

Carlos me rodeó los hombros con uno de sus grandes y cálidos brazos, y con una gran sonrisa me dijo:
-Hey, personita... ¿Por qué no me lo cuentas?

Yo lo miré, dubitativa, pero decidí que no habíamos recorrido todo aquel camino para nada, así que me armé de valor y comencé:
- Pues verás...

Forgiven Princess

3 comentarios:

LaLocadelMoño dijo...

Te he dejado un meme.
Besucos

BIRA dijo...

La ventaja de tener post atrasados es que siempre puedo leer de un tirón, sin esperar al siguiente capítulo.

Esta historia me ha enganchado y me he leído las dos partes del tirón. El estilo que has utilizado es perfecto pero me queda una duda... habrá tercera parte, porque creo que me he perdido algo. Seguro que es que ando espesita.

Forgiven Princess dijo...

Weblara:
Hecho ^^
Besos!

Bira:
Ya está puesta la tercera parte, resuelta la duda ^^
No te perdiste nada, faltaba el final ^^

Me alegro de que te halla gustado.
Besos!