13.6.13

II

Te voy a hablar de Helena. Sus penetrantes ojos de un gris acerado combinan perfectamente con sus rasgos, fuertes y afilados, entre los cuales desconcierta encontrar una boca de labios encarnados y gruesos siempre dibujando una sonrisa. De la misma forma que te mata con su mirada, puede revivirte con un beso. Su pelo azabache, siempre suelto, cae en tirabuzones desordenados sobre sus hombros y su pecho, hasta la mitad de la espalda.

A caballo entre los 20 y los 30, nunca ha sido joven del todo, pero está segura de que jamás dejará de ser un poco niña en su interior. Le encantaría dedicarse a cientos de cosas: un día quiere salvar los manglares de la explotación de la pesca de arrastre, y el siguiente quiere ser una empresaria de prestigio, para dos semanas más tarde querer comprar un viñedo en la Toscana y dedicar su vida a producir vino de calidad y escribir sus pensamientos en un cuaderno como este.

Sabe con certeza, sin embargo, que el futuro que la hará más feliz está atado con una cadena hecha por Hefesto al arco de su cello. Dedica su tiempo a escribir e interpretar canciones con dos amigos, a la guitarra y la batería, mientras ella canta  y toca el violoncello como si en ello le  fuese el alma (y se le va).

Claro está, os hablo de su tiempo libre. Helena trabaja de 5 a 3 en una pastelería. Le encanta su trabajo, pero no quiere dedicarse a eso el resto de su vida. Cree firmemente que la comida está más buena si se hace con cariño para quien está destinada a comérsela, y por más que a ella le gustaría, no conoce a todos los clientes que compran lo que ella cocina, por lo que nunca logrará hacer la repostería que le gustaría elaborar.

Quizá debería dejarlo todo y dedicarse a la música, porque es lo que le en realidad le apasiona, pero tiene pánico a depender de nadie en ningún aspecto. A los 18 cogió su maleta de cuero, empaquetó todo lo que cabía dentro, hizo lo mismo con su mochila y salió por la puerta de casa de sus padres. Ellos jamás la aceptaron como era, y ella no quería vivir en una casa en la que tenía que ser "tolerada" porque no consideraba que a las personas se las tenga que tolerar.

Seguramente pensarás que te hablo del amor del que con tanta pasión hablaba anteriormente. Siento decepcionarte, pero Helena soy yo.

 Le parecía demasiado pronto para hablar de alguien que no fuese ella misma, e incluso para eso también. Decidió qué temas debía tratar después de haberse descrito vagamente, y mientras aún sostenía el bolígrafo contra el papel, comenzó a dibujar figuras geométricas distraída.

Forgiven Princess

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