4.4.12

20 anys

Nunca sé qué decir cuando empiezo a escribir algo. Tal vez porque el blanco del post me desconcierta, tal vez porque las palabras ya están escritas en mi mente y tener que reescribirlas fuera de ella me aterra por si las copio mal. Pero cuando se trata de ti, creo que todavía puedo dejar los dedos bailar sobre el plástico de mi teclado y hablar. Al fin y al cabo somos casi clones genéticos.
20 añazos ya. Parecía que no iban a llegar nunca. Recuerdo todas esas tardes jugando a la consola y pensando: "joder, ¿es que no van a llegar nunca los 18? Quiero conducir ya". Y ahora, en un suspiro, en un parpadeo siquiera han pasado dos años más, y ya estamos en el quinto de siglo, y ya conduzco, y te enseño un poquito como buenamente puedo.
Tantos gritos, tantas peleas, tantos portazos y cabreos absurdos sobre quién se sienta donde, qué camiseta es de cada cual y qué rodillera es mi rodillera derecha. Esos momentos no se van, están ahí, y aunque no son los mejores recuerdos que tengo, son algunos muy importantes, y muchos de ellos nos sacan una sonrisa cuando los traemos al presente en forma de anécdota.
Pero, sin embargo, recuerdo mucho más los buenos momentos. Reirnos hasta dolernos la mandíbula o el estómago, hacer peleas de cosquillas en las que siempre acabas perdiendo. Contarnos secretos que nadie más sabe. Saltar de una cama a la otra por la noche sin tocar el suelo para que me cuentes un cuento y se me quite el miedo a la oscuridad. Ayudarte a pintar tu habitación, y a arreglar algún desaguisado en el pelo. Prestarnos ropa, o zapatos. Ayudarnos con las tareas de clase si algo no nos salía.
Y los abrazos, y los besos, y revolverte el pelo diciendo "qué suaaaaave". Cubrirnos cuando la otra la lía mucho, y apoyarnos en los momentos difíciles que ha habido. Dicen que todo aquel que tiene hermanos desarrolla ciertas habilidades sociales de forma más natural y rápida que aquellos que no los tienen, pero sé a ciencia cierta que nadie que no tenga un hermano gemelo o mellizo sabe lo que se siente en realidad.
Te quiero muchísimo, y eres probablemente la persona más importante de mi vida, ahora y siempre. Por cómo eres, por cómo me has influido y por cómo te has dejado influir por mí. Porque siempre tienes una sonrisa para mí, o un hombro sobre el que llorar, o un calvote a tiempo (que quita mucha tontería). Por perseguir tus sueños y ayudarme a perseguir los míos. Por animarme cuando soy inanimable y por calmarme cuando soy incalmable. Por echarte las culpas cuando se avecina una bronca que sabes que no podría sobrellevar muy bien.
Ahora vivimos a 7 horas de autobús, cuando menos, y sin embargo no hay día en el que no hablemos, y en el que 14 o 15 veces no piense: "¿qué hará María ahora? ¿le irán bien las clases? ¿cómo funcionará en el laboratorio cuando curra?". Cada vez que me suena el móvil y veo tu cara con los auriculares como máscara de superhéroe, sonrío, cojo el teléfono y digo: "hooooooooooooooola" con voz de niña pequeña. Me cambia la voz cuando hablo contigo, porque cuando hablo contigo me siento un poco como aquella niña que jugaba con su hermana a que la casa de su padre era un castillo y la piscina el lago, con la que salía a pasear al perro para pasar una hora haciendo el tonto por ahí, con la que practicaba las canciones de piano que no me salían nunca.
Y creo que eso no va a cambiar nunca, porque mientras tú y yo sigamos siendo quienes somos, ambas seremos un poco esas niñas para siempre.
Yo, por mi parte, prometo no cambiar.
Prometo apoyarte y escucharte, intentar aconsejarte y ayudarte, o buscar a quien lo haga en mi lugar si yo no puedo hacerlo.
Prometo que jamás estarás sola en este mundo mientras cuentes conmigo, y prometo que jamás nadie que te dañe quedará impune si yo puedo evitarlo.
Prometo aguantar rabietas de niña pequeña y eufóricas llamadas de victoria en cualquier ámbito. Prometo ser paciente cuando nos quede mucho para vernos, y estar ansiosa dos días antes del reencuentro.
Prometo seguir teniendo discusiones estúpidas en las que discutimos por discutir sólo por tener después ese momento de vergüenza máxima de decir "¿me perdonas?" al mismo tiempo y porque, en el fondo, nos gusta hacerlo.
Prometo seguir haciéndote croissants con brie y jamón york para desayunar siempre que vengas a verme.
Prometo acosarte hasta que veas una serie que sé que te encantará solo para oirte decir: "ostras, ¡qué chula está esa serie!".
Prometo cuidarte tanto como pueda, tanto tiempo como pueda.
Prometo jugar contigo al trivial cada noche de reyes para intentar ganarles a mamá, a Paco, a Lucas, a Melani y a Fran.
Prometo que no pasará un solo cumpleaños sin que nos felicitemos antes de las 00:05.
Prometo aprenderme bien los tiempos de una j***** vez de las canciones que tocamos con la guitarra para no pelearnos a los 10 minutos.
Prometo que la distancia nunca conseguirá que olvide a mi hermana pequeña ni por una hora.
Prometo que seré la primera en celebrar tus éxitos como si fueran míos, y que seré la primera en buscar soluciones para superar las derrotas que sufras.
Prometo que no seré la piedra con la que tropieces, sino la mano que tire de ti para levantarte, y quizá también la voz que te advierta de que la piedra está ahí.
Prometo atarte a esta tierra de forma ligera, para que no olvides jamás que existen los imposibles, pero que tampoco olvides que todo es imposible hasta que se consigue.
Prometo acordarme de ti cada vez que juegue a la Playstation, de cómo movíamos cielo y tierra para poder jugar lo más cómodas posible y de cómo la arreglamos cuando se rompe.
Prometo seguir siendo la persona con la que puedes hablar de religión, de política, de economía, de poner una lavadora, de qué zapatillas te pegan con qué chaqueta y de qué regalarle a mamá por su cumpleaños.
Prometo, por último, quererte tanto como te quiero ahora el resto de mi vida, y no olvidarte nunca.
Son 20 sencillas promesas, que resumen bastante qué considero importante de las cosas que te puedo aportar. Esas 20 promesas son mi contrato vinculante de por vida contigo. Lo firmo hoy en este reino olvidado de internet, para que tú y cualquiera que lo lea seáis testigos de ellos.
Este es mi "regalo" por tu vigésimo día del nombre, de dirían en los 7 reinos de Canción de Fuego y Hielo (¿te pensabas que no te iba a meter el frikismo por ningún sitio o qué?). Espero que te guste, y espero que si lo incumplo en algún momento me lo recuerdes a bofetadas si hace falta.
Felicidades, pequeñita. Sigue luchando por lo que crees, sigue soñado con lo que quieres y sigue sobrellevando lo que viene sin ser esperado de la forma en que lo haces ahora. Te quiero.
Amelia.

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