26.9.11

Sin título

Cada vez que recuerdo tu cara, pienso: quizá esta vez no duela tanto. Tal vez pasará todo.

Después, abro los ojos y sé que no es así. Aún duele demasiado, aún me dueles. Tu olor, tu sabor, tu piel. Sigues siendo el grabado que sangra dentro de mí. Ese tatuaje que sabes que no debería estar ahí, pero que te niegas a quitarte. Qué voy a hacerle. El dolor me hace recordar que fuimos una sola persona alguna vez. Que era tuya, que tú querías que lo fuese. Que sólo al verte era capaz de olvidarlo todo, no importaban los enormes problema que a la vida le parecía gracioso poner en mi camino. Tú fuiste en algún momento luz para mí. Cariño y calor, un hogar, un lugar seguro, un refugio.

Después todo cambió, y vino el frío, frío invierno. No puedo cambiar eso, y no creo que tú tampoco puedas sin hacerle daño a alguien en el camino. No voy a intentar imponer mi ley, porque seguramente no es justa por mucho que a mí me pese. Claro que me gustaría recuperarlo todo. Mucho. Muchísimo. No sabes cuánto. Tanto que duele. Quizá, lo mío no sea el amor, después de todo. Al fin y al cabo, siempre acaba igual para mí. Destruyo mi coraza, me abro a alguien y después un lanzazo frío, agudo, inesperado y directo al pecho que hace temblar todo mi mundo.

Te ríes, sé que ahora mísmo te ríes. Lo puedo sentir. “Cómo puedes ser tan melodramática, cómo puedes escribir esta mierda después del tiempo que ha pasado”. Bueno, ya sabes que adoro el teatro, y que una de mis obras favoritas es Romeo y Julieta (qué clásico, sí). Shakespeare sabía bien qué se hacía al pintar la desesperación de Julieta de modo tan extremo. Seguramente, a muchos le parezca un disparate hacerse la muerta para poder estar con alguien y suicidarse al saber que él sí está muerto. También a mí, pero entiendo los motivos, y si bien no tan exageradas, soy capaz de hacer locuras, o estupideces, como quieras verlo, por amor.

Ah, la chica de 19 años que ha perdido a su amante y lo añora en silencio porque no puede recuperarlo. Si en lugar de Amelia me llamase María Asunción del arcángel San Gabriel, esto tendría acento mejicano y sería una telenovela. Ya me conoces, el sarcasmo es mi idioma, qué voy a hacerle.

¿Por qué escribo esto? Quizá no lo publique. Quizá lo borre tras acabarlo, no sé. Si lo lees, supongo que no habré tenido agallas para darle una patada en el culo a tu recuerdo y seguir con mi vida, como me había propuesto. Mi problema es que prefiero seguir sufriendo a asumir que ya nunca seremos algo más. Me siento como debe sentirse Michael respecto a Brian en QAF.

Bueno, me desvío. Escribo esto porque últimamente noto que mi cerebro está saturado, y necesitaba sacarte fuera. Creo que no lo consigo. La verdad es que cuantos más problemas tengo, cuantas más preocupaciones me rondan, tu presencia aumenta. No físicamente, claro. Mentalmente, digo. Como si no fuese capaz de no decirme: y encima tú sigues tan presente como el primer día.

Dudo que leas esto. O que asumas que va dirigido a ti. O que te importe si crees que así es. La verdad es que lo escribo para mí, así que me da igual, realmente.

En fin, no tengo más que decirte de momento. Espero poder olvidarte.


Forgiven Princess

3 comentarios:

Miguel Ángel de Móstoles dijo...

¡Un beso!

Thiago dijo...

jaj cari, me lo has escrito a mí, claro, no? jaja

Bueno, bueno, me ha dado mucha alegría verte por mi blog hoy, aunque ahora al leerte te veo un poco morriñosa. No sé, cari, ya sabes yo lo que pienso de los ex-....¡qué les den por culo! jajaja

Bezos.

Anónimo dijo...

Que lindo suena,pero que triste,
igual no amaste de verdad...