23.1.09
La nueva vida de Amanda
La vida en la calle era dura. Gracias a sus amigos había podido ir tirando para conseguir alimentos, ropa limpia y mantenerse limpia y con un aspecto decente. Sería una paria social, o como se denominase por aquél entonces a los jóvenes que escapaban de casa. Lo sería, pero no aparentaría serlo, ya que no se consideraba así. Simplemente era una superviviente. Como todos aquellos que la miraban con lástima cuando despertaba en un portal extraño de una extraña casa. Como todos aquellos que fingían preocuparse por cosas que realmente les importaban una mierda.
Como aquellos hipócritas... Como su madre. Aunque no sabía por cuánto tiempo.
Pasaban los días y su vida era igual que antes, solo que no pasaba las tardes repantingada en el sofá, ni las noches en una cómoda cama y colgada del teléfono. Pero no estaba rendida. No se daría por vencida, ni de coña.
Sin embargo, aquella mañana, cuando despertó, tenía un terrible dolor de cabeza. No se explicaba su procedencia, ya que no se había golpeado la cabeza, que ella recordase.
Así pues cogió su mochila y se encaminó hacia el ambulatorio más próximo. Notó que la gente la miraba entre asustada y sorprendida, pero no le dio mayor importancia a aquellos idiotas que no sabían lo que era vivir al raso.
Una vez dentro del ambulatorio, buscó un asiento y esperó. Aquella sala de urgencias estaba llena. Llena, y muchos de los casos no tenían urgencia ninguna. Un niño con mocos no es una urgencia, pensó. Un muchacho que va a cambiarse la venda no es una urgencia. Una señora con una irritación leve en el brazo no es una urgencia.
No permitió que su cabeza advirtiese los huesos rotos, los sangrados... No podía permitírselo. Y aquel olor... Aquel olor... Olía como su madre.
Era gracioso, hacía bastante tiempo que no pensaba en ella. Unos 4 o 5 días. Lo cierto es que tal vez no estuviese oliendo nada, tal vez solamente era su imaginación jugándole una mala pasada otra vez. Era triste que la asociase a lugares como un hospital. Le habría gustado recordarla por un pastel, una bonita sonrisa...
Pero... ¿Qué perdía echando una ojeada? Se descubrió a sí misma mirando a todos los pacientes, uno por uno, buscando a su madre. Y la descubrió, de pie, junto a la puerta, observándola fijamente, con el labio inferior tembloroso y los ojos vidriosos. Tal vez no por ella, si no por el gran moratón que sobresalía por el cuello de la camiseta.
Lentamente, como si algo la obligase a no hacerlo, fue acercándose a su hija. Ahora lloraba, y una leve sonrisa se abría camino entre los temblores y el llanto.
-Oh, Amanda... Lo siento... Te echaba tanto de menos... Lo siento... ¿Dónde has estado, hija? Oh cielo, cuánto lo siento...
- Estoy bien, mamá... Tú no puedes decir lo mismo, por lo que veo... He estado... Por ahí. ¿Te lo ha hecho él? ¿Eh?
Su madre estalló en un llanto desolador, y aunque tenía unas inmensas ganas de decir: te lo dije, no sirve para nada, es un maldito cabrón extorsionador... Decidió rodear los hombros de su madre suavemente y consolarla con palabras agradables y dulces.
Tras calmarse, su madre le contó que desde que ella se marchó su padre había sido más y más violento, y que ya se había cansado. Pensaba denunciarlo, y ya había buscado un piso en el cual alojarse. Todas sus cosas habían sido poco a poco llevadas al piso, y también las de Amanda. La última parte del pasado que su madre conservaría iba en el coche.
Entraron juntas a la consulta, y dijeron que Amanda había sufrido un aparatoso unos días atrás. Le extrajeron unos cristales pequeños, y le limpiaron la sangre que había hecho una especie de costra con su pelo. Una vez curada ella, su madre se quitó la camiseta y los pantalones, le dijo al médico el origen y solicitó un médico forense que pudiese cursar la denuncia. Pasó vergüenza, un bochorno impensable, pero la mujer estaba convencida de que merecía la pena... Y su niña estaba a su lado para apoyarla.
Cuando risueñas salieron de la consulta, corrieron al banco, vaciaron todas las cuentas que les pertenecían y escaparon al piso de la madre de Amanda.
Tardaron exactamente 5 horas y media en llegar. Habían parado para comer. El viaje fue largo, pero al llegar a aquel pueblecito costero, la brisa sobre sus rostros, los colores blancos de las fachadas y unos pescadores desdentados que les indicaron la dirección, supieron que estaban en casa. En SU casa.
Exceptuando los juicios, jamás supieron de él de nuevo. Ambas cambiaron de nombre, un engorro menor comparado con aquel demonio de hombre, mal padre, alcohólico y putero que las había torturado durante años.
Tras instalarse, la madre de Amanda la miró fijamente. Estaba radiante, sonriente, más guapa de lo que recordaba haberla visto jamás.
-Mamá...
-¿Sí, cielo?
-¿Vamos a tomar un helado a la playa?
-Claro, claro que vamos.
Una soleada tarde de septiembre una mujer rubia acompañada de una jovencita morena paseaban por un pequeño pueblo andaluz, buscando una heladería, agarradas de la cintura, y deslumbrando al sol con sus sonrisas.
Forgiven Princess
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8 comentarios:
Si!,sabia que era Andalucia xD
Ains no he podido evitar imaginarme la historia conmigo y mis padres.
...y madre mia xDDDDDDDD
Un beso ^^
Princess, casi que me sorprende en tus relatos un final "feliz" (partiendo que no creo, tú sabes, en la felicidad absoluta). Me ha encantado el relato y te animo a que sigas escribiendo con la vista fija en un punto positivo, porque haberlos, como las meigas, hailos!
Un besote
Ostiaputa...que me haces saltar las lágrimas, coño.
¡¡Me he emocionado leyéndote!!
MIGUEL
Es precioso, muñeca!!
Como Bira,( y no sé por qué... :D) yo también temía que el final no fuera a ser feliz del todo... o algo así.
Me ha encantado y me ha emocionado.
Un abrazo enorme!
De vez en cuando, y sobre todo en días como hoy, resulta esperanzador leer un final feliz.
Gracias por compartirlo con nosotros.
Un beso.
Max:
Ayuda de todos los típicos tópicos xD.
Hace que pensar cuando te encuentras una historia protagonizada por una persona que se llama como tú ^^.
Besicos :3
Bira:
Sí, la verdad es que mi fama me la he trabajado xD.
Así puedo sorprenderos agradablemente, es bonito :3
Los hay, pero igual a que las meigas, no los conozco.
Besos, reina ^^
Anselmo:
Pues sí que has venido susceptible... Me siento honrada ^^.
Besos :)
Miguel:
Otro igual que Anselmo, qué tíos moñas... ^^
Besos!
Fiorella:
Me alegro de que te gustase ^^
Qué alegría verte por aquí de nuevo, cielo.
Un montón de besos ^^
Lara:
Sí, de vez en cuando sienta bien, también escribirlos.
Espero que pases el día lo mejor posible :\
Un besazo, guapa.
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