24.8.08

Al piano...


¿Escribí ya sobre esto? No recuerdo. Bueno, me da igual, no pienso mirarlo, porque lo voy a escribir de todas formas...

En uno de esos días que sientes que el mundo entero está contra ti. En uno de esos que desearías no haberte levantado por lo horrible que ha sido. En uno de esos en los que pagarías por ser otra persona. Uno de esos días que tienes una bomba en la cabeza, y alrededor de ella una nube impenetrable, densa, de una niebla gris oscuro y plomizo.

En uno de esos días, piensas ¿qué puedo hacer para olvidar esto?

Y entonces lo ves. Piel de ébano, aspecto tentador, parece que te llama. Su compañera también te invita a acercarte. Lo miras, y sabes que es a ti a quien reclama. Empiezas a sentir dentro de ti una emoción infantil. Siempre la sientes.

Te acercas poco a poco, para demostrarle, innecesariamente, que la que mandas eres tú. Y comienza el ritual.

Buscas la partitura que guardas para estos casos. Esa, la que siempre te rescata de tus malos ratos. No es la mejor canción del mundo, la más bonita o la más difícil, pero tú las cambiarías todas solo por esa. La colocas sobre el espacio destinado para ello, con suavidad, o se colarán.

Colocas bien la banqueta, ni muy lejos ni muy cerca, para que no te molesten las rodillas pero que no tengas que estirar las piernas para alcanzar los pedales.

Te sientas, y mientras buscas el acorde, tus manos sobrevuelan el teclado. Lo encuentras, se posan, y dejas la mente en blanco.

Una respiración profunda, que te ayuda a liberar unas cuantas tensiones, y comienzas a tocar.

Con cada nota se aligera el peso que portabas sobre los hombros, tu carga se hace más liviana. Con cada compás, cada pentagrama, dejas escapar una parte de esa niebla que te oscurecía la mente.

Y mientras tocas no piensas, sientes. Dejas volar la barrera emocional que te autoimpones, y eres tú. En tu canción se distingue la alegría del sufrimiento, el amor del odio, la tristeza y los nervios.

Seguro que no soy la mejor pianista del mundo, ni busco serlo. Seguro que me equivoco en las canciones, que no las toco exactamente como debería.

Sin embargo, cuando te sientas al piano, nada de eso importa. No estás pendiente de la calidad de lo que tocas, de si marcas bien el ritmo, o de si te has comido un compás.

A veces, cierro los ojos. Me dejo llevar. Siento como el instrumento forma parte de mí, como mis manos y el teclado se funden momentáneamente cada vez que las yemas de mis dedos rozan las teclas.

Sí, no seré la mejor... ¿Y a quién le importa? Soy yo.

Forgiven Princess

5 comentarios:

Luna dijo...

Te envidio... mucho.. :'(


Pd: eso y que de estar más cerquita me tendrías apalizándote a diario par que tocaras algo y yo quedarme con cara de lela mirando... ^^

ánimo con la pancita...(seguro que tuviste malos pensamientos y Alá y Buda te castigan con retortijones..jisjisjis...)

Forgiven Princess dijo...

Luna:
Jejejeje.
Seguro que es eso, pero me da igual, voy a la tierra con las comidas más grasosas de todo el país, pienso ponerme hasta arriba :)

Un besazo guapa!

Viki dijo...

No me hagas llorar... Creo que no hace falta que te diga que me has robado ese sentimiento, nena.
No hace falta que seas la mejor pianista del mundo... los mejores pianistas del mundo no creo que disfruten tanto con unas cuantas cuerdas y tres pedales...

Y no escribas esas cosas tan bonitas.

Un beso.

BIRA dijo...

Siempre he querido saber tocar el piano y con la forma en la que lo has descrito, ahora todavía más.

Uno de los regalos de cumple que más ilusión me han hecho en toddddddaaaaa mi vida fue una vez, cuando estaba en la Universidad, que me llamó mi Hermanísimo para felicitarme y de repente me dice, espera. Y empezó a oírse de fondo Para Elísa, mientras la interpretaba mi sobrina al piano. Lloré lo que no está escrito. Me emocioné de una forma tan absoluta que aún hoy lo hago al recordarlo.

Qué grande! No dejes nunca de tocar. No importa si llegas a ser una gran pianista o una "simple" aficionada, pero esas sensaciones que ahora vives creo que merece la pena tenerlas presentes siempre.

Ah, vendrán días mejores. Verás!

Forgiven Princess dijo...

Viki:
Creo que cualquier pianista lo siente, pero solo algunos saben expresarlo.
¿No? Estoy segura de que tú sientes lo mismo.
Un besazo, y no son tan bonitas, son tan reales.

Bira:
Qué buen regalo!!
Sí, muchos quieren tocar el piano. La verdad es que es algo precioso, si se te da bien.
Nunca dejaré de tocar, de hecho, toco como me da la real gana, y siempre están presentes...
Un besazo!