No podía pensar con claridad.
No mientras sus manos siguieran enredadas en mi cabello, mientras sus fuertes brazos me apretasen contra su duro pecho al tiempo que volvía loca mi boca con sus besos.
En un esfuerzo conseguí articular con dificultad dos palabras, mientras él se separaba momentáneamente de mí.
- Lucas, espera...
Pero él hizo caso omiso de lo que le dije. Parecía no escucharme.
Después de todo, no me cabía imaginar que él hubiese guardado tanto tiempo esos sentimientos dentro, sobretodo con aquella intensidad... Parecían años de pasión contenida.
Aquello me dio que pensar. Él, después de todo, había sido mi amigo en todos los momentos, en los duros y en los fáciles, y yo creí que él sólo hacía lo que un buen amigo haría... Estar ahí siempre, dar toques con el móvil, bromitas de todo tipo a todas horas...
Pero ¿y si mi juicio estaba nublado por la amistad? ¿y si no conseguí acertar cuáles eran sus intenciones reales?
¿Había podido ser tan necia durante todo este tiempo?
Vale, algo percibía, pero lo atribuí a la amistad, que en esta edad nuestra es muy fuerte.
Hace 3 meses dejé a mi pareja, y Lucas, como siempre, había sido mi hombro en el que llorar, mi salvavidas para evitar que me aislase, mi mayor apoyo para superarlo todo rápido.
Pero un par de semanas más tarde, cuando yo ya estaba casi bien del todo, él me confesó que yo le gustaba.
Y claro, con mi edad los sentimientos se confunden... Pensé que nuestra amistad era algo más...
Lástima, él se fue de viaje. Volvía hoy.
Cuando llegó me llamó, y quedamos para ir a cenar. Más tarde, cuando me acompañó a casa, le dije si quería subir, a tomar un café y charlar un rato.
Aquél café fue nuestra perdición.
Tras tomarnos el café seguimos charlando sobre su viaje, él notó como mi piel comenzaba a erizarse. Teníamos las ventanas abiertas, y ya eran las 2 y pico de la madrugada.
Él vio su oportunidad, pues en vez de cerrar las ventanas se sentó muy cerca de mí, rodeando mis hombros con su fuerte brazo.
Atrapada bajo su abrazo, decidí recostar la cabeza en su hombro, y él besó mi coronilla. Después comenzó a acariciar mi pelo.
Lentamente, nuestras cabezas giraron, y quedamos uno frente al otro, mirándonos a los ojos. Yo no estaba segura de aquello, pero él parecía tenerlo muy, muy claro.
Su beso fue pasional, rápido, húmedo... Parecía transmitir un torrente incontrolable de sentimientos.
Suavemente se recostó sobre mí. Aquél beso parecía llevar mucho tiempo muriendo en sus labios, y me dejé llevar.
Para mí él era un amigo, pero tal vez mi forma de actuar le hizo pensar que quería algo más: Durante el último mes le había hablado sobre un chico que me gustaba, del cual no le dije el nombre. Físicamente son parecidos, pero como no quería darle datos, no le dije su edad. Se llevan 3 años. Lucas tiene 18, y el chico Y tiene 21.
Aún así, al sentir sus cálidas manos acariciando mi espalda temblorosas, pensé que tal vez había confundido mis propios sentimientos... Pero pronto supe que no.
Cuando Lucas comenzó a besar mi cuello cerré los ojos para percibir mejor la sensación... Y, frente a mis ojos, aparecía el torso desnudo del chico X, que me miraba con una sonrisa pícara dibujada en sus carnosos labios, y una invitación al placer en sus preciosos ojos negros.
Su pelo negro dibujaba pequeñas espirales sobre su frente.
Aquella piel suavemente coloreada invitaba al deseo.
No podía dejar que mi mejor amigo disfrutase mientras yo lo engañaba de aquella forma.
No había confundido mis sentimientos, pero mi mente había puesto al chico equivocado en aquél cuerpo que ahora agitaba mi respiración.
-Lucas...
Siguió besándome, dejando que las palabras muriesen en mis labios.
Reconozco que me costó recobrar un poco la compostura, y conseguí apartarlo a duras penas.
-Lucas, lo siento... Yo te quiero, pero no del mismo modo que tú a mí.
-¿De qué hablas, Nuria? Me estabas devolviendo los besos y las caricias. Y había algo más que sexo en eso. Lo he notado.
-Ya, a eso me refiero. No era a tí al que yo besaba.
-Venga, va, que ahora estabas liándote con el hombre invisible, ¿no?
-Lucas, no te pongas así, sabes que quiero decir. El chico X no eres tú, y yo estaba pensando en él cuando te abalanzaste sobre mí.
-Pero... Pero... Bueno... Creo que será mejor que me marche. Ya te llamaré.
De eso hace ya dos meses. Y aún no me ha llamado. No diré que su silencio no me duele todavía muy dentro, pero lo entiendo. Él no podía combatir contra sus sentimientos, y yo tampoco podía, ni contra los suyos ni contra los míos. Entiendo que su lejanía es una manera de evitar que el dolor cercene todos los vínculos que aún nos unen. Tal vez dentro de unos meses me llame... Ojalá me llame.
Forgiven Princess
P.D. NO ES AUTOBIOGRÁFICO, ES FICCIÓN.
2 comentarios:
bonita la historia.... ¿cuánto tiene de realidad?
bueno..
un beso petarda
tQ
Cari, yo no te llamaría, eh.. jajaja
La verdad es que después de decirle a un chico que mientras lo besas piensas en otro, se quedan muy tocados.. A mi desde luego me pasaría. Ya no podría volver a fiarme, me entiendes? Lo que pasa es que si la chica ahora quiere que le vuelva a llamar, tenía que haberlo pensando antes.... jaja.
Cari, no es por nada, pero tu final tb. es bastante doloroso, jajaaj como mi pobre Rubén el del pisito... Pero la ficción es lo que tiene, que no?
Bezos.
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