8.2.09

Él y ella


Andrés corría por el Carrer de Ramon Llull de Valencia. No soportaba aquello más. Verlo había supuesto demasiado para él y su ya destrozado corazón.

Las lágrimas anegaban sus ojos, y no quería pensar. Gritos ahogados por la cerrazón que sentía en la garganta peleaban por escapar, aumentando el ya dolor que el muchacho sufría en su interior.

Chocó con Remedios, la simpática señora de la pastelería que le regalaba algo cuando era su cumpleaños, y que hacía unos pasteles que sabían a gloria celestial. Lejos de disculparse, respondió groseramente a la rechoncha mujer, que mostró en su rostro decepción y una profunda pena.

"¿Por qué? ¿Por qué él y no yo?" Se repetía una y otra vez. "Es menos esbelto, menos inteligente, menos simpático... Todos dicen que soy mejor... ¿Por qué, por qué me haces esto?".

Ella hacía tiempo que había dejado de ser como antes, pero estaban de exámenes, sabía que ella estaba tan agobiada y agotada como él. Y el sexo era colosal, poco usual, pero magnífico. Aún no sabía qué había hecho mal.

Era consciente de que era una persona difícil de conocer, porque era orgulloso y un tanto desconfiado, por lo que costaba acceder a su interior. Y ella, aunque le costase reconocerlo, lo había logrado. Sabía sobre él cosas que ni tan siquiera él mismo había imaginado que sintiese o pensase.

Había penetrado como un taladro en su alma, conocía sus más bajos fondos y sus oscuros trasfondos, y lo quería tal y como era. Sin querer, Andrés se había enamorado. Pero no le había dicho nada. ¿Para qué? Eran amigos, y algo más que eso, eran amigos con derecho a ''roce''.

Durante los exámenes no había querido molestarla. Sabía lo dura que era la medicina, y le pareció lógico que cuando ella terminase de estudiar o tuviese un pequeño descanso intentaría quedar con él.

Y ahora él era el que la abrazaba y no Andrés. Ahora era él el que recogía sus divinas lágrimas de cristal y las secaba. Era él el que recibía la música angelical de sus risas y la luz de sus miradas. Era él y no Andrés.

Pasaron meses y no volvió a verla. Era demasiado duro para él... No podía soportarlo. Y cuando consiguió asumirlo del todo, aceptar que ella era feliz así, y que si ella era feliz él debería sentirse alegre por ella, la llamó para quedar y tomar un café.

Quedaron en una cafetería del campus, recogieron lo que iban a tomar y salieron a los jardines a ver el comienzo de un precioso atardecer. Se sentaron juntos en un banco, en silencio. No se miraban, no hablaban. Simplemente estaban ahí.

Andrés empezó a llorar, y le dijo: He sido un gilipollas, ¿verdad?
Ella le acarició la cabeza y lo abrazó.

Forgiven Princess

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me siento identificado con tu bonito post, a mi me paso con 18 años lo mismo. El tiempo lo cura todo.

Ha sido una bocanada de aire fresco leerte Princesa. Espero que los exámenes todos bien.

MIGUEL

Thiago dijo...

Ay los triangulos. Me enternecen esas historias de perdedores, cari. Y esos que se sienten mal, y confiesan sus errores y sus fallos. Buscan al menos la comprensión, pero es que el amor es tan difícil.

Igual ella no es feliz con el otro, pero el corazón no entiende de triángulos…

Cari, me dejaste un poco preocupado en mi blog con tu comentario... ¿Estás bien?

Bezos.

BIRA dijo...

Nada parece doler tanto como el desamor, más aún cuando se nos "escapa" alguien que creíamos nuestro. Sin embargo, hasta eso puede curar el tiempo.

Besos, cari!

Anónimo dijo...

Vivo cerca de Ramon LLull xD.

Campus y jardines... sera en la UV que no la conozco xD.Porque en el agora de la UPV hay pocos jardines xD

Ains omá.No se si es porque lo he leido rapido,o porque estaba viendo fama,pero me he liao un poco xD


Un beso ;)

Forgiven Princess dijo...

Miguel:
Los exámenes genial ^^, gracias.
Un beso!

Iago:
Estoy bien, sí ^^.
Tranqui.
Un besazo cari.

Bira:
Y que lo digas. Tiempo al tiempo.
Besos reina!

Max:
Jejejeje. Últimamente por azar mis historias coinciden contigo xD.
Puede ser que tampoco esté muy bien escrito, no creas :\
Besos!! :*